Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: mayo 2011

martes, 31 de mayo de 2011

Harán un peritaje psiquiátrico a la mucama de Bártoli


Se preveía que sus dichos podían complicar a Guillermo Bártoli. Pero el ayer impreciso testimonio de Catalina Vargas, mucama del acusado de encubrir el homicidio de su cuñada, María Marta García Belsunce, al momento del crimen, quedó en suspenso, ya que deberá ser sometida a un peritaje psiquiátrico para saber si está en condiciones médicas de declarar, dado que siete meses antes del asesinato sufrió un accidente con pérdida de conocimiento.
Así lo determinó en la audiencia de ayer el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de San Isidro, en una jornada en la que, además de Vargas, otros dos testigos propuestos por la fiscalía contaron lo que recordaron, que resultó ser poco.
Antes de eso, Juan Carlos Hurtig, medio hermano de la víctima, terminó su declaración, y admitió que el mismo día del crimen tuvo dudas del hecho y que se había mandado "una macana" al tirar el famoso "pituto", que ayer le fue exhibido, aunque cuando la fiscal del juicio, Laura Zyseskind, le preguntó por qué no le había transmitido esa sensación al fiscal Diego Molina Pico, dijo: "Yo estaba en una conmoción; el que tenía que saber qué hacer era él. ¿Encima de que dudé tenía que decirle que tome testigos, que levante rastros? Yo no era Sérpico investigando un caso".
A su turno, y como lo había hecho en 2007 durante el juicio contra Carlos Carrascosa, esposo de la víctima, Vargas afirmó que a las 18 del 27 de octubre de 2002 entró en el living de los Bártoli para retirar unos pocillos de café usados por el dueño de casa y tres o cuatro más, cuando ya no había nadie.
Bártoli y Carrascosa siempre dijeron que a esa hora vieron por TV Boca-River y que, luego, miraron el encuentro entre Rosario Central e Independiente. Ante una pregunta específica de la fiscal, la empleada dijo que su referencia era que "tenía la radio prendida y en ese momento sonó el top de las 6".
La cuestión horaria es vital en el juicio porque, según la fiscalía, entre las 18.20 y las 19 se produjo el homicidio por el que está condenado el viudo y es sospechoso Bártoli.
Vargas sostuvo, además, que a las 18.30 o 19 sonó el teléfono y "dispararon", lo que entendió como que alguien salió de la casa a las corridas. Se supone que hacía referencia a la llamada de Carrascosa para avisar a Bártoli y Hurtig que María Marta había tenido un "accidente". Dijo que fue Irene quien atendió y que le escuchó decir que había que llamar a una ambulancia.
El relato de Vargas, por momentos impreciso, fue interrumpido luego de que el defensor de Bártoli, Alejandro Novak, le preguntó si era cierto que había sufrido un accidente. Ella admitió, y agregó que a raíz de haber sido atropellada cuando iba en bicicleta, perdió el conocimiento y que, con posterioridad, tuvo recaídas derivadas de aquello. Vargas entregó al tribunal una constancia médica.
Según Novak, el accidente ocurrió en marzo de 2002, antes del homicidio. La fiscal Zyseskind, que también tuvo en sus manos la constancia clínica, sostuvo que fue en 2003. El defensor pidió que se desestimara a la testigo, mientras que su contraparte solicitó la incorporación por lectura del testimonio de Vargas que consta en la causa. Al cabo, los jueces María Elena Márquez, Alberto Ortolani y Ariel Introzzi Truglia ordenaron el peritaje médico y psiquiátrico para saber si Vargas está en condiciones de atestiguar.
Antes que ella, Delfina Figueroa, una de las que vio el partido en lo de Bártoli, abundó en el "no recuerdo" cada vez que se le pidieron precisiones. Y Arturo Campos, casero de Sergio Binello, dijo, cuando se le preguntó si Bártoli había almorzado en lo de su empleador: "Si estaba no lo vi, y si no estaba, tampoco lo vi".

Una hipótesis incoherente

Vale la pena analizar algunos aspectos de la acusación de Molina Pico. Según él la familia planificó cuidadosamente el asesinato de María Marta, hubo “planificación” y “asignación de roles”, se “instaló” la hipótesis del accidente y se “armaron” las coartadas.

Para empezar cualquier homicida buscaría matar lejos de sus lugares de pertenencia para no quedar involucrado. El peor lugar para matar a alguien es en tu propia casa. Ninguna planificación coherente puede elegir tan mal el lugar del hecho. Si uno va a matar a alguien con quien tiene confianza, puede fácilmente conducir a esa persona a un lugar alejado y despoblado, como para poder proceder sin testigos incómodos. En este caso, se eligió el peor lugar posible, la propia casa del imputado.

El fiscal incurre en la imputación en una flagrante contradicción que he descubierto con la ayuda del abogado Carlos Bosch que escribió algunas palabras sobre el caso. Según Molina Pico la hipótesis del accidente es instalada por la familia para encubrir el asesinato. Pero al mismo tiempo, el mismo fiscal utiliza como argumento de peso el hecho de que no hubieran notado los disparos de bala en la cabeza de María Marta. Acá debemos detenernos en algo fundamental para la causa: es cierto que los disparos de arma de fuego no se notaban, se podían palpar algunas heridas, pero no eran reconocibles como disparos de arma de fuego. Esto ha sido probado con el testimonio irrebatible de los médicos forenses que hicieron la autopsia y que fueron elegidos por Molina Pico. Sin embargo todas las personas reaccionaron igual cuando supieron de los disparos; en forma unánime a todos les cuesta creer que los disparos no se veían, es casi como que la lógica indicara que deberían verse, aunque no fuera así en la realidad. Por eso es totalmente lógico pensar que si uno va a matar a alguien con disparos de arma de fuego, es ridículo imaginar que los disparos no se van a notar, cualquiera, o sea todos, hubieran pensado que los disparos se iban a ver, por lo tanto la hipótesis del accidente iba a ser difícil de sostener, iba a ser poco creíble, iba a ser descubierta enseguida… Lo que intento demostrar es que el fiscal por un lado dice que inventaron una coartada en una cuidadosa planificación y después los imputa porque la considera increíble e insostenible. ¿En qué quedamos? ¿Se planificó un asesinato y se inventó una coartada que los incriminó automáticamente? Está clara la contradicción de Molina Pico.

La hipótesis que planteó la familia sobre el accidente es una prueba de su inocencia, no de su culpabilidad. Tal es así que ni siquiera es la misma hipótesis la que esgrimen los diferentes miembros de la familia, algunos dicen que se resbaló en la ducha, otros que se golpeó contra una viga y se fue a lavar a la bañadera en donde cae desvanecida, etc.

Este grupo e homicidas y encubridores es digno de los tres chiflados, elige el peor lugar para matarla, llaman a dos ambulancias, buscan a todos lo médicos posibles (solo consiguen un estudiante de medicina, pero intentan en todo el country encontrar uno recibido), dejan entrar a la masajista, lanzan una hipótesis increíble, imaginan que nadie se va a dar cuenta de los disparos (“algo imposible de creer”), reciben a más de 200 personas en el velorio en el lugar del hecho, llaman a la policía y al fiscal de turno, no intentan cremar el cadáver, le cuentan al fiscal que encontraron un sospechosos “pituto”, etcétera, etcétera.

Esta acusación es tan incoherente y tan violatoria del sentido común, que es casi un insulto a la inteligencia creerla.


Pablo Duggan

lunes, 30 de mayo de 2011

Así investigó Molina Pico


Charlando con un abogado miembro de un Observatorio Judicial que está investigando al fiscal Diego Molina Pico, surgieron algunas reflexiones interesantes.
Me contaba esta persona que había detectado un accionar en Molina Pico muy peligroso. Tiene que ver con su forma de investigar. Una investigación judicial debe iniciarse y dirigirse hacia aquellas personas que puedan ser sopechadas como autores del ilícito. Luego los indicios y las pruebas que se colecten en la causa harán que se avance o no en la imputación contra determinada persona. Este es el esquema básico de comportamiento de un fiscal en una causa.
El accionar de Molina Pico fue diferente. Comenzó imaginando un culpable en su cabeza , a partir de una serie de indicios que él eligió interpretar a su manera. A partir de allí no investigó más otras hipótesis, solo buscó indicios y pruebas que avalaran su idea sobre quiénes eran el o los culpables. Cualquier indicio o prueba que no sirviera para inculpara a "sus" sospechosos, fue descartada. A partir de "encontrar" a los culpables, se dedicó a buscar las pruebas que avalaran la acusación, eso es aberrante, debe ser al revés, las pruebas te deben conducir al culpable.
Esa investigación sesgada de Molina Pico terminó con una causa en la que no se encontró prueba directa alguna contra el sospechoso. Tampoco se encontró el móvil del asesinato. Sobre esto quiero detenerme, me han dicho que en un juicio por homicidio no es necesario el móvil para acusar, y tienen razón. Supongamos que yo entro a un negocio y mato a alguien sin decir nada, adelante de 7 testigos que me ven e identifican, en ese caso está claro que me condenarán sin preocuparse en lo más mínimo del móvil. Tienen razón, el móvil no es importante en ese caso. Pero en el caso García Belsunce no hay pruebas directas, no hay arma homicida, no hay testigos del hecho, no hay nada. Pero sí hay una condena contra el marido y una acusación por encubrimiento contra casi toda una familia. ¿Es lógico pensar que semejante hecho puede haber sido motivado por una cuestión banal, sin importancia... ? ¿por un episodio de emoción violenta, por ejemplo...? No, es evidente que debió haber habido un móvil poderoso y significativo que involucró a varias personas, las más cercanas a la víctima. Sin embargo ese móvil jamás apareció en la causa en 9 años de investigación. ¿Tal vez porque nunca existió?
Pablo Duggan

viernes, 27 de mayo de 2011

Comentarios "lógicos" desde afuera

El Dr. Carlos Bosch es un prestigioso abogado integrante de la Asociación por la Justicia y la Concordia. El ex Juez, ante una consulta de "Periodismo de Verdad" sobre su punto de vista respecto al resonante caso "Carrascosa", no dudó en enviarnos su comentario con la humildad que sólo tienen los grandes. Y con el coraje y valor de quien tiene las manos limpias en todo sentido y la conciencia por demás tranquila, nos autorizó publicarla aun cuando nos aclaró no conocer el expediente, ni a los involucrados, ni a los involucrados, ni a sus abogados (salvo a un testigo de cargo que es amigo suyo y "no lo convence" en absoluto).


"Sólo me baso en lo leído en los diarios" aclaró el Dr. Bosch quien sostiene que para él, el grupo familiar es "inocente"

Un primer aspecto

Supóngase por un momento que el asesino o co-autor haya sido el acusado Carrascosa.

Ello indicaría que Carrascosa efectuó seis disparos sobre la occisa. Seis disparos en la cabeza no los ejecuta una persona en estado de frialdad mental, sino una persona manifiestamente alterada: sea por un estado emocional especial -ira, desesperación, locura, odio- o por droga.

No hay absolutamente ningún elemento, pese a las investigaciones y tiempo transcurrido, ni de ese día en especial ni de la vida matrimonial entera, indicativo de que Carrascosa se llevase mal con su esposa. Ni tampoco de que consumiese drogas o viviese en algún desorden. Ni tampoco que hubiera el menor problema con el resto de los familiares. El fiscal sin duda ha buscado desesperadamente algún elemento de discrepancia o de malas relaciones entre los esposos y no ha encontrado absolutamente nada.

El asesinato, pues, de haber sido su autor Carrascosa, o haber él participado, fue realizado en estado de frialdad mental y no en estado de emoción violenta. ¿Es concebible que en estado de absoluta frialdad ejecute el asesinato con seis disparos en la cabeza? Absurdo.

Pero, además, si fuera en estado de frialdad, o si la mató otra pariente furiosa y Carrascosa actuó para tapar el crimen, ¿es concebible que este hombre frío y sereno haya creído -antes de que ocurriera- que nadie advertiría los 5 balazos? ¿No era absolutamente más lógico simplemente decir que la encontraron así en la casa e imputar las cosas a un asaltante desconocido?

En consecuencia, visto los 5 balazos, habrá que inclinarse por la hipótesis de la emoción violenta. Obviamente, si fue cometido en tal estado, no fue premeditado, es decir no fue planificado de antemano.

Simplemente, llegó a su casa y algo sucedió allí que hizo que Carrascosa se enfureciese y empezase a disparar como loco contra su esposa.

No obstante ello, según la acusación inmediatamente Carrascosa actuó con enorme frialdad: se fue tranquilamente a tomar un ligero copetín al boliche cercano (¿a que fin?) recibió en la puerta a la masajista, encontró el cadáver, llamó a la ambulancia y sostuvo tranquilamente, pese a presumir que los cinco disparos serían determinados por cualquier médico, que se trató de un golpe contra la canilla de la bañadera.

¿Es compatible aquel estado de locura del asesino con la subsiguiente e inmediata serenidad y frialdad a toda prueba? ¿Es creíble que realmente pensara que todo el mundo -médicos incluidos- se engañaría y no vería los 5 disparos en la cabeza?

¿No hubiera sido mucho más lógico para este frío criminal que sabía de antemano la inexistencia de motivos, que contaba con el total apoyo familiar, que directamente lanzara desde el principio la versión de algún asesino externo?

Es evidente que quien dispara seis veces sobre la cabeza de una persona, no puede siquiera concebir que esos disparos no serán advertido por nadie, ni por los médicos que la revisarán ni por los familiares que velarán el cuerpo.

Ello indica que lo último que haría este frío asesino es inventar un golpe de canillas o cosa semejante. Lo que evidentemente haría sería sostener que alguien disparó los seis balazos, un ladrón. Carrascosa, si disparó cinco balazos en la cabeza, no pudo haber pensado en engañar a todo el mundo con un accidente. Es ridículo. Lo lógico es que Carrascosa asesino pensara más bien en sostener la presencia de un extraño.

Lo cual lleva al tema de las coartadas. No conozco los horarios exactos en que sucedieron las cosas, pero un Carrascosa asesino no necesitaba inventar absolutamente nada, simplemente porque la hora exacta del asesinato no fue conocida. Ahora bien, supongamos que Carrascosa efectuó los disparos mortales sobre su mujer, y supongamos que los efectuó -por alguna razón desconocida- en estado de frialdad mental o en estado de emoción violenta. Supongamos también que en ese momento pensó que alguien debió oír los disparos y que, por lo tanto, él necesitaba una coartada para ese preciso instante. Es evidente que si creyó que alguien oyó los disparos, no pudo sostener que se había tratado de un golpe en la canilla de la bañadera, máxime cuando no cabía pensar que los disparos quedarían disimulados incluso para los médicos. Es decir, si pensó que alguien oyó los disparos, no sostendría la versión de la canilla, y si pensó que nadie oyó los disparos, entonces como nadie sabría el momento exacto del asesinato, él no necesitaba inventar nada ni disimular nada, salvo sostener que llegó a la casa y se encontró con el asesinato.

¿Es absurdo que ni él ni los médicos ni los familiares hayan notado los balazos? Suena increíble, por cierto, pero mucho más increíble es la tesis opuesta de haber falsamente querido convencer a todo el mundo de un golpe de canilla, frente a la mucho más simple aseveración de haberla encontrado asesinada.

Un segundo aspecto

¿Es concebible que nadie haya podido establecer un motivo para el asesinato? Fiscales, amigos, parientes, nadie. No han podido encontrar una sola resquebrajadura en la relación familiar.

Es seguramente por ello que los fiscales necesitan acusar a toda la familia. Un gesto desesperado de quienes saben que no se sustenta la acusación sin un motivo para el crimen, y no sólo sin motivo descubierto sino con más bien con la evidencia de no existir tal motivo, ya que toda la familia habla de la buena relación matrimonial.

Por esto tienen necesariamente que involucrar a la familia en una suerte de complot general propio de una película de Hércules Poirot.

Y lo aún más absurdo del caso, algo sólo concebible en nuestra deteriorada justicia argentina, es que los fiscales no sólo tienen que involucrar a la familia para sustentar el caso contra este señor Carrascosa, (a quien -repito- no conozco, ni a él ni a ningún otro involucrado) sino también a la masajista y a un médico. Un médico que habría participado o tapado el crimen pese a no haberse demostrado que tuviese la menor vinculación con Carrascosa.

Tercer aspecto

Pero si la familia es partícipe en el crimen, ¿cómo se explica que haya sido la misma familia la que provocó el descubrimiento del crimen a través de la exhumación del cadáver y luego de la denuncia de haber arrojado el pituto por el inodoro?

Sólo sería ello posible, si estos presuntos complotados estuviesen seguros de que igualmente el crimen sería descubierto. Entonces se habrían adelantado para despistar.

¿Pero se ha presentado algún elemento probatorio de que en ese momento avanzaba una investigación de terceros?

Resumen

Una acusación contra Carrascosa y contra los parientes de María Marta García Belsunce (hermanos y padres) que no sólo no prueba ni tampoco siquiera invoca un solo motivo, por débil que fuera, sino que enfrenta la realidad de la comprobación de la inexistencia de motivo; que no encuentra el arma del crimen, que se ve obligada a involucrar a toda una familia en el crimen para impedirle testimoniar, que se ve obligada a involucrar a un médico sin relación con el presunto criminal y a una masajista.

No he leído el expediente judicial, pero esto habla muy mal de la justicia argentina.

La pretensión de que toda la familia, más dos extraños, se involucraron en el asesinato de esta señora, sin existencia de un solo motivo que de apoyo a esa tesis, es por sí sola manifiestamente absurda. Todo puede ser en este mundo nuestro, pero cuando se trata de algo que en principio resulta absurdo, hay que demostrarlo absolutamente y tornarlo explicable y lógico, tanto más cuanto está en juego la posibilidad de condenar a un inocente, cosa mucho más grave que dejar absuelto a un culpable.

Dr. Carlos Bosch

Abogado


Fuente

C5N - Programa especial




jueves, 26 de mayo de 2011

El juicio se traslada al country Carmel

Hoy, a partir de las 10.30, los jueces que llevan adelante el juicio por el encubrimiento del asesinato de María Marta García Belsunce realizarán una inspección de la casa del country Carmel, de Pilar, donde se produjo el crimen el 27 de octubre de 2002.

En la audiencia de anteayer, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de San Isidro acordó con las partes la necesidad de conocer los lugares donde se desarrollaron los hechos para tener una mejor percepción de lo que declaren de ahora en más los seis imputados por el encubrimiento y los más de 200 testigos convocados.

Por tal motivo, los jueces María Elena Márquez, Alberto Ortolani y Ariel Introzzi Truglia citaron a las partes en la puerta del country. Además de los jueces irán los tres fiscales del juicio: Laura Zyseskind, Leonardo Loiterstein y Daniel Márquez.

Se espera que también estén presentes los imputados -Guillermo Bártoli, Horacio García Belsunce (h.), Juan Carlos Hurtig, Sergio Binello, Juan Ramón Gauvry Gordon y Beatriz Michelini- y sus respectivos defensores.

El público y la prensa tendrán vedado presenciar la inspección, tal como sucedió en un recorrido similar por Carmel que se hizo en 2007, durante el primer juicio en el que el único imputado era Carlos Carrascosa, actualmente condenado a prisión perpetua por el crimen, en un fallo que no está firme y es revisado por la Suprema Corte de Justicia bonaerense.

El sitio de mayor interés para los jueces será el chalet de dos plantas donde García Belsunce fue asesinada de seis balazos.

Justamente, la inquietud de ir a conocer el country y, en especial, la escena del crimen, surgió anteayer, durante la declaración indagatoria de "John" Hurtig; concretamente, cuando el imputado relató cómo encontró tirado en el piso del baño un elemento al que confundió con el soporte de un estante y que, en realidad, se trataba de una de las seis balas de calibre 32 que le dispararon a su media hermana y que él, más tarde, arrojó por el inodoro.

El baño donde la víctima apareció semisumergida en la bañera, las canillas con las que la familia y algunos médicos pensaron que María Marta se había golpeado la cabeza y la habitación matrimonial donde fue velada la víctima sobresalen entre los lugares por ser inspeccionados.

Además, los jueces planean observar con detalle la antesala de ese cuarto, donde aparecieron en las paredes los rastros de sangre de dos hombres y una mujer aún no identificados. Los jueces y las partes podrán aprovechar la visita para ver la casa del imputado Bártoli y su esposa, Irene Hurtig.


UN TRAYECTO CLAVE

También serán recorridos los caminos internos del country para poder calcular, por ejemplo, el tiempo que le demandó a la masajista Michelini hacer el trayecto desde la entrada del country hasta la casa de la víctima.

El análisis de este trayecto será clave para determinar con precisión si la mujer que se oye de fondo gritando ciertas frases durante la llamada que Carrascosa hizo para pedir una ambulancia era Michelini, como afirma la familia, o si era Irene Hurtig, la media hermana de la víctima, tal como sostuvieron los dos fiscales que pidieron su detención.


Fuente


Ver trayecto de Michelini (desde la entrada hasta la casa de Carrascosa)

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tapa del diario Clarín del 25 de mayo de 2011


Diez razones para incriminar o exculpar


Por Darío Villarruel 

1. Ante una muerte violenta, siempre hay que llamar a la policía. Aunque se trate de un accidente, y mucho más si es una situación dudosa, como en el caso de María Marta García Belsunce. La familia dice que llamó, pero dejó pasar demasiado tiempo. La locación de la muerte, el country, en donde no hay vecinos a la vista, filtros y controles, también despierta suspicacias. 

2. Haber limpiado la sangre y las huellas del lugar tan rápidamente es muy sospechoso. También, haber corrido el cuerpo de la bañadera. ¿Por qué lo hicieron antes de que llegara la policía? Además, el hermano de María Marta, Horacio García Belsunce, que está siendo juzgado ahora mismo, se comunicó la noche del asesinato con el comisario mayor bonaerense, Ángel Casafús, para pedirle que la policía no se presentara en la casa de su hermana. 

3. Si bien la familia fue la que avisó sobre la existencia de la sexta bala, el famoso "pituto", no lo contó en un primer momento. Omitieron el dato y, después, la diminuta bala apareció misteriosamente en el pozo ciego de la casa. Me pregunto: ¿la encontraron o la hicieron aparecer más tarde? 

4. Es completamente inverosímil que no se hayan dado cuenta de los seis disparos. Lo dice cualquier médico. Les tendría que haber llamado la atención la cantidad de sangre y el olor a pólvora. Con un tiro solo, el olor queda impregnado en la piel. Con seis, es imposible de disimular. 

5. Otra irregularidad es no haber realizado la autopsia inmediatamente. Si bien el fiscal Diego Molina Pico permitió que enterraran a María Marta, fue por pedido del fiscal de la Cámara de Casación Penal de la Nación, Juan Martín Romero Victorica, amigo de la familia. Y después, la autopsia tardó 42 días en hacerse. La enterraron el 28 de octubre y recién el 3 de diciembre se supo que había sido asesinada. ¿Por qué se demoró tanto la exhumación del cuerpo? ¿No habrá sido por dilaciones de la familia? Y dos puntos más: no es común, como sucedió, velar a una persona en un country; y además Bártoli había averiguado para hacer la cremación del cadáver, lo que hubiera cerrado definitivamente el caso. 

6. El desempeño del médico Juan Carlos March, que certificó que María Marta murió de un paro cardiorrespiratorio en Capital Federal sin siquiera haber visto el cuerpo y terminó condenado por la Justicia, genera sospechas sobre la familia. Porque el certificado de defunción trucho fue encargado por Guillermo Bártoli, el marido de Irene Hurtig y cuñado de María Marta. 

7. El llamado de Carlos Carrascosa a OSDE es sospechoso por varios motivos. Primero, el viudo dijo que estaba solo, y eso era falso porque las pericias demostraron que había conversaciones de fondo. Además, Bártoli se contradijo sobre no haber estado en la casa al momento del pedido a OSDE; y Carrascosa, en la grabación de la llamada, aseguró que era un accidente y que María Marta todavía tenía pulso. 

8. Hay que aclarar que determinar el móvil no es imprescindible. Si la Justicia prueba la responsabilidad de la familia, los motivos no interesan. Para mí, el móvil está vinculado a cuestiones económicas. Cabe recordar que Carrascosa mantenía a toda la familia. Quizás María Marta puso esa situación en riesgo. De ahí el "pacto de omertá" que, según Molina Pico, existe entre los integrantes de la familia. 

9. Es sospechoso cómo pasaron de asegurar que se había tratado de un accidente a que fue un intento de robo. Primero, vieron un accidente y, cuando se demostró que había sido un asesinato, pasaron a la hipótesis del robo violento. Una adaptación al cambio demasiado rápida. Y un ladrón difícilmente le hubiera pegado y disparado seis tiros a la víctima. 

10. Por último, si no está involucrada la familia, ¿quién mató a María Marta? No hay otra pista. Ni siquiera la familia, que parece más interesada en demostrar su inocencia que en descubrir la verdad, revela algún dato que permita seguir un camino alternativo. Los García Belsunce hablan de una caza judicial. ¿En qué se basan? ¿Por qué los odiaría tanto Molina Pico y el resto de los fiscales? La familia plantea que los culpan para tapar sus propios errores. Eso es incorrecto, porque está lleno de casos en los que los fiscales tienen desempeños objetables –el de Nora Dalmasso, por ejemplo- y no pierden su carrera. Tampoco es verosímil que exista una interna judicial que redunde en una persecución obsesiva hacia ellos. 

Villarruel es abogado y periodista especializado en casos policiales. 




 Por Pablo Duggan

Desde el inicio del caso me dediqué a buscar la verdad sobre el autor de la muerte de María Marta García Belsunce. Una verdad surge clara y explícita del análisis del expediente judicial: Carlos Carrascosa y la familia son inocentes. El periodismo supuestamente especializado repitió hasta el cansancio una serie de hechos sin haberlos investigado jamás. Si lo hubiera hecho, habrían descubierto la verdad sobre la naturaleza de los mismos. Esos indicios no demuestran la culpabilidad de la familia, sino todo lo contrario: prueban su inocencia. 

1. No darse cuenta de los balazos en la cabeza de María Marta. Los médicos forenses que realizaron la autopsia (elegidos por Molina Pico) declararon en sede judicial que las lesiones que presentaba el cráneo no se asemejaban a las provocadas por disparos de armas de fuego. Explicaron que ellos no se dieron cuenta de que lo eran ni aún examinando de cerca el cráneo sin la cabellera. Solo descubrieron los disparos al serruchar la calota y encontrar en el cerebro los plomos de las balas. Sostuvieron que médicos de emergencia o familiares de la víctima jamás podrían haberse dado cuenta de que las lesiones provenían de armas de fuego. (ver testimonio) 

2. Lavar la sangre. Los únicos lugares de la casa en donde había sangre visible eran el baño y la alfombra del cuarto frente al baño. El médico de Paramedic, Juan Gauvry Gordon, una vez que declaró muerta a María Marta, sugirió a la masajista lavar el baño, ya que familiares y amigos estaban llegando a la casa. Según explicó, le pareció que la sangre daba un aspecto muy feo a la escena. La mancha de la alfombra no pudo ser lavada. Michelini sólo lavó el piso del baño y la bañadera. Las paredes del cuarto fueron limpiadas superficialmente por las mucamas al día siguiente para mejorar el aspecto de la casa en el velorio. No había manchas de sangre visibles en el cuarto ni en la escalera. Las supuestas manchas enormes que fueron "escondidas" jamás existieron. 

3. Tirar el "pituto". John Hurtig tiró al inodoro del baño el pituto. Espontáneamente, le contó lo que había hecho al fiscal Molina Pico antes de la autopsia, o sea antes de saber que su hermana había sido asesinada. Sentía que había sido una estupidez y así se lo manifestó. Tiempo después, a pedido de Molina Pico, John condujo una investigación en la casa para encontrar el pituto en el pozo séptico. Esa tarea tuvo buen resultado. Cuando el fiscal tuvo el pituto en sus manos preguntó a viva voz: "¿Qué es esto?". Un perito balístico presente en el lugar se lo dijo claramente: una bala deformada. El fiscal jamás se hubiese enterado de la existencia del pituto si no se lo contaban John y Horacio García Belsunce. Además, cuestionó que no se hubieran dado cuenta de que era una bala, algo que él mismo no pudo hacer. 

4. El certificado de defunción trucho. Casa Sierra engañó a Guillermo Bártoli. El empleado Oscar Sierco llenó el certificado de defunción, consignó el lugar de muerte en un domicilio en Capital y sentenció que la causa era un paro cardiorrespiratorio no traumático; al día siguiente alguien falsificó la firma de Bártoli en el documento. La ley establece que sólo un médico registrado puede llenar un certificado de defunción. El Dr. Juan Carlos March se dedicaba a firmar los certificados que le alcanzaban de la cochería, jamás constataba las muertes y nunca veía a los muertos. De esta manera, Sierco y March violaban la ley en forma flagrante. Claro que no para encubrir ninguna muerte, sino para "facilitar" los trámites a los clientes. El Dr. March fue condenado por este delito tiempo después. También quedó claro que Bártoli jamás llenó un formulario pidiendo una cremación, cosa que podría haber hecho sin obstáculo alguno. La cochería sabía que María Marta había muerto en El Carmel pero, para evitar un trámite legal de cambio de jurisdicción, hicieron figurar el domicilio en Capital como lugar de muerte. Bártoli nunca se enteró de estas maniobras. (ver pericia caligráfica que determina que falsificaron la firma de Bártoli)

5. "Sacame la policía de encima", no llamar a la policía. Es cierto que Horacio García Belsunce llamó al Comisario Ángel Casafús para pedirle que evitara que un patrullero llegara a su casa. Lo hizo convencido de que María Marta había muerto en un accidente y por la mala impresión que eso podría causar en sus padres. Sin dudas una actitud descabellada que él mismo reconoce. Sin embargo, jamás logró frenar nada. En primer lugar Casafús no le prestó atención; en segundo lugar, el patrullero avistado por un vigilador a un kilómetro y medio fuera del country no se dirigía al mismo, por lo tanto nunca llegó. Esto consta en el expediente. Hasta ese momento nadie había llamado a la policía. 

Al día siguiente de la muerte de María Marta, Horacio García Belsunce, a pedido de su hermano John, le comentó al fiscal Juan Martín Romero Victorica todo lo acontecido, las dudas de algunos y le pidió ayuda. Éste decidió volver a llamar a Casafús y pedirle que enviara al comisario Aníbal Degastaldi y al fiscal de turno. Es decir que fue la familia quien motorizó la llegada de la policía a la casa. 

6. Los "descubrimientos". Surgen de la causa numerosos hechos protagonizados por la familia que contrarían la idea del encubrimiento. 

a. Dejaron entrar a la masajista. 

b. Llamaron a dos ambulancias (aumentando a 4 los testigos ajenos a la familia). 

c. Convocaron a todos los médicos de El Carmel para que se acercaran a auxiliar a María Marta (sólo encontraron al estudiante Diego Piazza). 

d. Convocaron a un comisario de la Bonaerense y a un fiscal para comunicarles sus dudas. 

e. Contaron al fiscal que habían encontrado un "pituto", y además se lo hallaron. 

f. Invitaron al velorio de María Marta a más de 200 personas que pudieron observar el cadáver. 

g. No cremaron el cadáver, tal cual convinieron con el fiscal, pero lo podrían haber hecho sin problema alguno, ya que no pesaba restricción legal. (ver certificado de contratación del servicio fúnebre)

h. Comunicaron al resto de sus familiares y amigos versiones encontradas sobre lo que le había pasado a María Marta. 

7. La falta de un "móvil". El móvil en un homicidio es muy importante. Sobre todo tratándose de uno supuestamente cometido por un marido con la complicidad de la familia de la muerta. Es obvio que si la familia es culpable, debe haber tenido un motivo muy fuerte para encubrir el crimen. Nadie mata a su mujer por algo banal, ni un hermano encubre el crimen de su hermana por el mismo motivo; debe ser algo muy relevante. Sin embargo, en este caso el fiscal jamás pudo dar con un motivo para matar a María Marta. Intentó con el Cártel de Juárez y el lavado de dinero, pero su elucubración era tan absurda y carente de pruebas que la abandonó durante el juicio. Nunca se encontró un solo testimonio sobre desavenencias conyugales entre Carrascosa y su mujer. 

8. La persecución del fiscal. En el velorio, la obligación legal del fiscal Molina Pico era contundente: ordenar la inmediata autopsia, aún creyendo en la versión del accidente. Inmediatamente debía identificar testigos y labrar un acta. Nada de eso hizo, violando la ley y sus deberes como funcionario judicial. Su única excusa para tal comportamiento ilegal es que la familia lo engañó porque la mataron ellos. Por eso dedicó su vida a intentar condenarlos a todos para salvar su carrera. Aún hoy, ya oficialmente fuera de la causa, se reúne con los actuales fiscales por motivos desconocidos. También intentó influir en el antiguo fiscal a cargo de la causa. 

9. Las mentiras del fiscal Molina Pico. A lo largo de 9 años, el fiscal Molina Pico cambió varias veces de versión sobre cómo fueron los hechos y sus motivaciones. El famoso café con lemoncello en el club house que se habría tomado Carrascosa, y que sostuvo en la elevación a juicio, fue olvidado por Molina Pico en el juicio oral. La "gotita" con la que supuestamente pegaron los agujeros del cráneo de María Marta nunca existió, según quedó demostrado en el juicio oral. La pericia sobre la escucha de la llamada a OSDE corre el mismo camino, es incierta, confusa y no prueba nada, según acaba de decirlo en su fallo el Juez de Garantías Ricardo Costa (ver), donde rechaza la detención de Irene Hurtig. (ver también testimonio del ingeniero Gurlekián)

10. El fallo de Casación que condenó a Carrascosa no está firme y constituye una vergüenza judicial, además de una violación de los más básicos principios jurídicos. Luego de un largo juicio oral en el que Carrascosa fue absuelto del homicidio, Casación anuló el fallo y procedió a juzgarlo, condenándolo a prisión perpetua. Es absurdo pensar que los jueces de Casación tuvieran mejores argumentos que aquellos magistrados que vivenciaron el juicio oral. En tal caso, debieron haber anulado el juicio y mandado a realizar uno nuevo. No se respetó el juicio oral, la doble instancia y el principio de inmediación, que indica que un magistrado debe fallar inmediatamente después de la producción de la prueba. 

Duggan es abogado y periodista de C5N. Es autor de "Perdón, María Marta".