Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Desapareció un cofre de la casa...

sábado, 11 de enero de 2003

Desapareció un cofre de la casa...


Contenía la llave de una caja de seguridad.
Se ignora además el paradero de tres chequeras de la Asociación Amigos del Pilar. Nadie utilizó esos valores y no faltó dinero.
Ahora cotejarán las huellas de 408 allegados.

Como si le faltasen, la investigación del crimen del country sumó un nuevo misterio: la desaparición de un cofre portavalores que estaba bajo la custodia de María Marta García Belsunce cuando fue asesinada de cinco balazos. Esa caja metálica contenía las chequeras y la llave de una caja de seguridad en la que guardaba el dinero la Asociación Amigos del Pilar, de la que la víctima era vocal.
Nadie puede explicar hoy qué fue de ese cofre –similar a los usados en oficinas como caja chica–, buscado sin éxito tanto en la casa del country Carmel como en la camioneta de la víctima. Menos aún se sabe quién y por qué pudo haberlo sustraído.
La desaparición de la caja fue denunciada ante el mismo fiscal que investiga el crimen del country, Diego Molina Pico, a fines de noviembre último, cuando ya era un secreto a voces en Carmel que María Marta no había muerto accidentalmente, sino a manos de un asesino.
Hasta el momento, según confiaron a LA NACION allegados al caso, ninguno de los cheques misteriosamente desaparecidos fue presentado al cobro. La asociación ya dio de baja las chequeras y obtuvo de la sucursal Pilar del banco HSBC una nueva llave y combinación de la caja de seguridad, en la que no faltaba nada. Con todo, el fiscal Molina Pico espera desde el 7 de diciembre último que el HSBC le informe si desde el 27 de octubre pasado, día del crimen, hasta que la asociación Amigos del Pilar recobró el control absoluto de los cheques y del contenido del cofre bancario, alguien intentó acceder a la caja de seguridad.
Fuentes de la causa confiaron a LA NACION que, la semana siguiente a la muerte, las integrantes de Amigos del Pilar advirtieron que el cofre con las chequeras y la llave de la caja de seguridad no estaba en la sede de la asociación, en Pilar Design, por lo que las compañeras de María Marta García Belsunce se comunicaron telefónicamente con el marido de la víctima, Carlos Carrascosa, para avisarle que irían a Carmel a buscarlo.
A sabiendas del celo que María Marta tenía con las tareas que encaraba -dijeron a LA NACION allegados a la asociación-, las amigas de la víctima hicieron una exhaustiva búsqueda por toda la casa, ante la presunción de que el cofre podría estar oculto, para su resguardo.
Pero no apareció en la vivienda ni en la camioneta de la víctima.
La falta del cofre se convirtió en una preocupación cuando un abogado amigo confió a las integrantes de Amigos del Pilar que las pesquisas que realizaban los policías que, sin ocultarse, se paseaban por el country y revisaban palmo a palmo la casa de la víctima eran un claro indicio de que la muerte de María Marta no era producto de lo que, hasta entonces, todos habían creído.
El 28 de noviembre último la asociación denunció ante Molina Pico la desaparición del cofre. Paralelamente, comenzaron las gestiones para anular las chequeras faltantes y volver a acceder a la caja de seguridad, en la que, se comprobó después, el contenido -dinero en efectivo- estaba intacto.

OTROS FALTANTES
En la causa se estudió la posibilidad de que la víctima haya muerto a manos de un ladrón, pero siempre llamó la atención que la casa no hubiera estado en desorden y que no faltasen valores.
En realidad, existen en la causa indicios de otro faltante. En su segunda declaración, del 11 de diciembre último, Carrascosa advirtió que había dejado guardados 800 pesos en un portaanteojos que estaba dentro de una mesa de luz, pero que dos días después del crimen comprobó que sólo quedaban 400 pesos que, curiosamente, aparecieron en otro portalentes, junto al anterior.
Allegados a la familia, no obstante, dijeron que no era posible comprobar que ese efectivo faltante no hubiese sido tomado por la víctima, antes de su muerte, y que Carrascosa no se hubiera enterado, o que simplemente el dinero haya sido usado y él no lo recordara.
Según esas fuentes, resulta extraño que si la desaparición de esa suma fuese producto de la acción de un delincuente -el asesino o un ladrón ocasional-, el autor no se hubiese llevado la suma completa y, además, se hubiera tomado el trabajo de cambiar de lugar los billetes restantes.
Mientras se avanza en esta línea y se esperan los informes bancarios, el fiscal dispuso ampliar la búsqueda de los dueños de las huellas dactilares que se hallaron en una pared del antedormitorio, junto al baño donde se consumó el homicidio.

TODO EL COUNTRY
Hasta ahora se chequearon más de 2.100.000 improntas registradas, sin ningún resultado. Molina Pico había pedido que se chequearan unos 200 juegos de huellas de allegados a la víctima que pasaron por la escena del crimen entre la noche del 27 de octubre y la media tarde del 28.
Ahora se sumaron a la lista todos los habitantes y habitués del country, con lo que la Policía Federal deberá cotejar las huellas de 408 personas.
Lo único que se sabe de esa mano, en concreto, es que es pequeña y que uno de sus dedos tiene una cicatriz, la mano de una persona que no acostumbra a realizar tareas manuales.
En tanto, Molina Pico aún aguarda la demorada entrega del resto de los peritajes solicitados en la causa, entre ellos, los resultados de laboratorio sobre las manchas de sangre levantadas de la escena del crimen en lugares poco usuales. Hoy tendría en sus manos el informe completo sobre los cruces telefónicos ordenados.

LA TEORÍA DEL ASESINO QUE MATA POR PLACER
Un asesino que disfruta con ver cómo se derrama la sangre, que goza con el acto de matar. Así se imaginan los allegados al esposo de la víctima que puede ser el homicida que acabó con la vida de María Marta García Belsunce.
Marcelo Nardi, abogado de Carlos Carrascosa, ensayó esta hipótesis ayer en diálogo con LA NACION: "Podría tratarse de un homicida que haya actuado sin un móvil concreto, un asesino abyecto que actúa por desprecio de la vida humana".
Esa figura no es extraña al Código Penal. De hecho, está prevista en el inciso 4o. del artículo 80, que considera calificado el homicidio producido por placer. "En esta línea, podríamos estar frente a un homicidio con el sello de la maldad, que me lleva a presumir un impulso de perversión brutal", especuló el abogado.
Se trataría así de un individuo con su escala de valores alterada, para quien la vida carece de sentido.
Es por eso, indicó, que propusieron que se incorpore al equipo de investigadores un psiquiatra forense, para explicar cómo funciona la estructura mental de un asesino de estas características, que actúa sin motivaciones. Aunque sostiene que no necesariamente se trataría de una personal con sus facultades mentales alteradas.
El abogado opinó que una posibilidad es que el homicida haya vaciado el revólver calibre 32 por temor y para asegurarse la impunidad, haya exterminado a su víctima.
Esa idea, para el letrado, cuaja con la hipótesis de que un ladrón haya irrumpido en la casa, que María Marta García Belsunce lo haya reconocido y que, sin haber planificado el homicidio, haya asesinado por el placer que le provoca infligir dolor. .
Por Hernán Cappiello y Fernando Rodríguez De la Redacción de LA NACION

1 comentario :

  1. hay muchas contradicciones en esta causa lo que si es cierto es que toda la familia se la paso contradiciendose entre si en distintos programas de televisión y eso le dio fundamento a la corporación judicial para ocultar algo, primero los condeno la sociedad, es fácil opinar con el diario del lunes pero uds se la hicieron simple tambien!

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