Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Proceso judicial y sentido común

lunes, 8 de agosto de 2011

Proceso judicial y sentido común

Por Carlos Aparicio


El domingo 27 de octubre de 2002, la socióloga María Marta García Belsunce apareció muerta en su casa, ubicada en el Country Carmel de Pilar, un barrio cerrado cercano a Buenos Aires.

La muerte pareció un accidente provocado por un baño particularmente agresivo en la disposición de su grifería. Un análisis posterior determina que, bajo el cabello, el cadáver tenía 5 balazos de un arma calibre 32 (7,65), que habían causado su deceso.

Casi de inmediato se inicia un proceso judicial que termina con la detención del esposo de la muerta, quien fue sentenciado por homicidio y condenado a cadena perpetua. La sentencia no está firme y tiene dos instancias aún pendientes. Además se ha iniciado recientemente una serie de procesos por encubrimiento y coautoría de homicidio.

El proceso adquirió una gran relevancia mediática que superó en el interés de la opinión pública al juicio a la junta militar.

Según Martín Fierro, el viejo Vizcacha había matado a su señora por que le había cebado un mate frío.

Seguramente es una exageración, pero la violencia doméstica realmente existe, y muchas veces termina conque uno de los cónyuges se apropia de la vida del otro.

Existe también una película, que fue serial en otro momento de gran éxito, que se llama “El Fugitivo”, que agota el tema de una falsa incriminación de homicidio del cónyuge.

Sin embargo, el caso de María Marta García Belsunce no tiene precedentes judiciales ni literarios.

Aquí el esposo, Carlos Carrascosa, es acusado de presidir una vasta conspiración familiar con el cometido de matar a su esposa, que incluye ambos padres de la mujer asesinada, sus hermanos, una medio hermana . También habría participado una masajista de la familia, y dos personas más que hasta ahora no están identificadas, pero que dejaron manchas de sangre en el lugar del homicidio.

Si bien el juicio a Carlos Carrascosa lleva varios años, acaba de comenzar el juicio al resto de los implicados.

La familia Carrascosa – García Belsunce no tiene antecedentes de violencia familiar o doméstica, ni antecedentes penales de ningún tipo.

Tampoco existen intereses económicos en conflicto, ni siquiera seguros.

Claro que la realidad a veces supera a la ficción, y pueden aparecer situaciones nuevas e insólitas, pero siempre hay móviles que hay que probar.

Recientemente la prensa preguntó a los fiscales cuáles eran los móviles del crimen, y los fiscales contestaron que no sabían. Claro que si no sabían los móviles mucho menos los probaron.

Entonces nos encontramos con una situación extrañísima, violatoria del sentido común, sin móviles y sin prueba de ellos.

En realidad, las evidencias de la acusación son muy débiles.

La socióloga es asesinada en su domicilio entre las 18 y 19 horas del 27 de octubre de 2002.

El esposo llega a las 19 horas y la encuentra todavía agonizante. A esa hora llega la masajista quien ya tenía hora fijada a las 19 horas para una sesión.

El esposo pidió asistencia médica, y también ayuda de sus cuñados.

El viudo y dos médicos que atendieron a María Marta pensaron erróneamente que estaban ante un accidente doméstico.

Ese baño ya había ocasionado algún accidente y su grifería no estaba dispuesta de forma amigable.

Recientemente el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), revela que en 2008, 234.094 personas de 15 años y más fueron tratadas en urgencias tras hacerse daño en su cuarto de baño, ya fuese en la ducha, la bañera o en los servicios higiénicos.

Los accidentes domésticos, cuando causan muertes, generan situaciones que, además del dolor que producen por la pérdida de un ser querido, involucran la intervención a veces no solicitada de oficinas policiales o judiciales, lo que provoca a veces fricciones o situaciones desagradables.

Esto es común, y también sucedió en el caso de Carrascosa, a pesar de lo cual se notificó a la Policía y Fiscalía.

Unos días después la Fiscalía decide una autopsia y surge, que la occisa tenía cinco orificios de bala en la cabeza, que no habían sido vistos porque estaban debajo del cabello y no tenían orificio de salida.

La Fiscalía decide que las denuncias deberían haber sido mas detalladas y decide con cierta ligereza iniciar un proceso penal al viudo y a casi toda la familia de la occisa.

Toda la discusión judicial, se basó solo en el hecho de si Carrascosa (el viudo) sabía o debía haber sabido de los balazos y si ocultó o no información a la Policía.

El fiscal Molina Pico omitió investigar al menos dos líneas importantes.

Una es relativa a un vecino joven de la familia: Nicolás Pachelo. Este vivía en una residencia del complejo heredada de su padre, quien se suicidó en circunstancias confusas y que por sí solas hubiesen ameritado una investigación seria sobre el “suicidio.”

Pachelo había participado en varios robos menores en el mismo complejo residencial inclusive en la residencia Carrascosa – García.

En ese momento tenía ya un prontuario delictivo menor. Sin embargo, a posteriori del homicidio, continuó progresando en su carrera delictiva. Se estaba viviendo la época del corralito y la gente tenía a veces ahorros importantes en efectivo dentro de las viviendas. Pachelo se había especializado en robar llaves que después usaba para registrar detalladamente buscando esos posibles ahorros. Fue condenado por 8 robos con estelionato que lo llevaron a estar 3 años y medio en la cárcel.

Pachelo tenía una coartada la hora del asesinato de la socióloga: estaba en Buenos Aires haciendo compras con su madre, la cual resultó probadamente falsa, (a esa hora fue visto por vecinos en el complejo, donde además recibió una llamada telefónica celular). Al otro día preguntó en una estación de servicio si se sabía algo del homicidio de Carmel (a esa altura nadie sabía que era un homicidio).

A poco de iniciado el proceso la madre de Pachelo, Silvia Ryan, se suicidó dejando una carta que intenta certificar la inocencia de su hijo en el caso de la socióloga y culpa al caso García Belsunce de su propia decisión de suicidio.

En la escena del crimen fueron encontradas manchas de sangre que al principio se pensó que eran de la misma difunta, sin embargo los análisis de ADN resultaron negativos. También comparándolos con todos los demás implicados, inclusive Pachelo, sin embargo nunca se pudo o se quiso sacar pruebas de sangre para cotejo a la esposa o compañera de Pachelo, Inés Dávalos.

Otra línea que tampoco se siguió era el hecho que María Marta era fundadora y residente de la ONG Missing Children, una organización que buscaba niños extraviados y estaba por tanto en contacto con temas de drogas y prostitución infantil. El día del crimen alguien había dado orden de apagar las cámaras de control del complejo a las 16 horas aparentemente porque se esperaba mal tiempo.

El padrastro y la madre quedaron fuera aparentemente, por mucha edad.

La madre de María Marta había actuado como querellante, con la declarada finalidad de apoyar a su yerno que ella estima inocente con total seguridad.

Este proceso se desarrolla en un marco institucional particular.

La Argentina desarrolló un proceso escrito y secreto, totalmente al margen y en contra de sus propias disposiciones constitucionales.

En base a una crisis por demás evidente en el tema de Justicia y seguridad se establecieron procesos orales, que implican cambios importantes al viejo sistema, uno de los mas importantes es la atribución a las fiscalías de responsabilidades que anteriormente estaban en la Policía.

La falta de operadores preparados, y la inexistencia de jurados que lleven el sentido común a los tribunales de Justicia, parecen estar en el primer lugar dentro de los obstáculos para que estecaso se resuelva correctamente.

Cuando Pachelo fue detenido se le encontraron 200 llaves, quizá una de ellas era de la casa de María Marta, pero sin embargo, a casi 10 años de iniciado este caso tiene una llave que nadie ha querido o podido usar, con las marcas de ADN de un hombre y una mujer que no coinciden con ninguno de los sospechosos (incluso Pachelo), pero que no fueron cotejadas con la mujer de Pachelo ni con los ayudantes que él usó para entrar en otras casas que motivaran su propia condena.


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2 comentarios :

  1. No hace falta un móvil para acreditar la comisión de un hecho ilícito.

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    1. IN DUBIO PRO REO, ante la duda se beneficia al reo. Hace falta probar que alguien es culpable para privarlo de su libertad.

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