Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Los graves errores del juez Ortolani en el fallo

sábado, 5 de noviembre de 2011

Los graves errores del juez Ortolani en el fallo


Es insólito que diez años después del asesinato de María marta García Belsunce, el Juez Alberto Ortolani manifieste que da por cierta la existencia de “La Gotita” en la cabeza de la víctima. Así lo ha expresado en el reciente fallo que condena a parte de la familia por encubrimiento.

Esta es la vieja e insólita historia de “La Gotita”:


“Desde el comienzo del caso García Belsunce la información sobre la utilización de “la gotita” por parte de la familia para cerrar los agujeros de bala de la cabeza de María Marta generó una enorme conmoción e indignación. Este dato sobre el pegamento fue agregado al pedido de elevación a juicio realizado por el fiscal. Molina Pico dijo:

“(…) La lesión del cadáver de María Marta fue ‘arreglada’ con un pegamento, la ‘Gotita’ aplicada a la piel de la herida, logrando así que en general no se pudiera advertir la existencia de la herida dejada por la bala no cubierta por pelo, la que ingresó por su sien izquierda. María Marta fue acondicionada, maquillada, arreglada y peinada como de peluquería, logrando así que tanto los golpes como el rastro dejado por el uso del pegamento, resultaran extraños pero imperceptibles”.

A continuación se revela la increíble historia del pegamento. Es una historia que mezcla la escasa seriedad de la justicia argentina con las presiones y manipulaciones que muchas veces existen en una causa judicial.

En el grupo de investigadores a cargo de esta causa había personal de la fiscalía a cargo de Molina Pico y personal especialmente comisionado por el doctor Eduardo Matías De la Cruz, procurador general de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires, para que colaboraran con el fiscal. Entre ellos se encontraba el doctor Néstor De Tomas, médico legista y asesor técnico de la Secretaría de Policía Judicial de la provincia de Buenos Aires.
El doctor De Tomas y el resto del grupo de investigadores, entre tantos interrogantes, intentaba encontrar una respuesta a dos preguntas. La primera era porqué nadie había notado los agujeros de bala; el segundo interrogante era porqué las almohadas sobre las cuales se había apoyado la cabeza de María Marta en el velorio se le habían quedado adheridas a la cabeza, según rezaba el testimonio del personal de la cochería. Alguien de este grupo supuso que era posible que se le hubieran cerrado los orificios con un pegamento, tal cual se hace, a veces, en prácticas médicas. Solamente era una especulación, no tenían ninguna prueba de que eso fuera verdad.  Tampoco esa especulación constaba de manera alguna en el expediente.

Desde los primeros días posteriores a la autopsia, el fiscal intentó verificar esa posibilidad. Para eso encargó una pericia química cuyo objeto era saber qué sustancias se encontraban en las muestras de piel tomadas en la autopsia de la cabeza de la víctima. Le encargó esta pericia al doctor Luis Alberto Ferrari, perito químico Jefe del Laboratorio de Toxicología y Química Legal de la Asesoría Pericial de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, quien le informó que debía realizarse en un laboratorio de Gendarmería Nacional ya que era el único que contaba con equipo adecuado para tal fin. La pericia se realizó y dio como resultado el hallazgo de las sustancias Estroncio y Plata.

El fiscal por su lado, y la defensa por el suyo, se embarcaron en una veloz carrera por determinar si el estroncio podía estar presente en un pegamento. Las dos partes descubrieron que eso no era posible, luego de haber agotado todas las consultas posibles, que incluyeron a Fabricaciones Militares, el INTI, y varias empresas fabricantes de pegamentos.

El tiempo pasó y ninguna prueba de la existencia de pegamento en la cabeza de María Marta pudo agregarse a la causa. Sin embargo el tema no fue abandonado por el fiscal. La cuestión tomó impulso debido a un hecho que ocurrió fuera del expediente.

El procurador De la Cruz, como se explicará más adelante cuando se describa la trama política del caso, estaba embarcado en una cruzada para demostrar la alta capacidad investigativa de la Policía Judicial, con ese objetivo intentaba acaparar toda investigación resonante para tratar de resolverla exitosamente en tiempo record y sin la intervención de la Policía Bonaerense. Por ese motivo tenía gran interés personal en el caso García Belsunce y no perdía oportunidad de hablar de la causa ante la prensa. El día 6 de abril de 2003, el diario La Nación publicó un extenso reportaje a De la Cruz. El título era “Los buenos policías son una casualidad”, muy revelador de la mala opinión que tenía de la policía bonaerense. En ese reportaje por primera se dio por confirmada la presencia del pegamento. Dijo De la Cruz: “Hay una trama muy difícil de descubrir. Está claro que sus allegados no cometieron una serie de errores, sino que hubo encubrimiento. A tres heridas de bala entre la ceja y la oreja izquierda las cerraron con la gotita. Y lavaron el cadáver. Los principales sospechosos están entre los cuatro o cinco que encontraron el cadáver”.

De manera insólita, el procurador daba por hecho algo que lejos estaba de probarse en el expediente. Si bien existía una sospecha, aún no había podido comprobarse. El procurador cometió un grave error, nunca un funcionario público de su nivel puede dar por ciertos hechos que no están probados aún. Estas declaraciones produjeron una situación totalmente irregular.
Al día siguiente de esta publicación, el doctor Scelzi, presentó un escrito en el expediente denunciando que De la Cruz hablaba con la prensa afirmando hechos no probados y le pedía al fiscal que tomara medidas. El fiscal contestó con su clásica respuesta: “téngase presente”. Era claro que nada podía ni quería hacer contra su propio jefe y principal aliado y sostén.

Aunque parezca mentira, dos días después de la aparición de las declaraciones de De la Cruz, el médico Santiago Biasi, de quien ya hemos hablado anteriormente, aparece en el programa Punto Doc y cuenta que cuando él se retiró de la casa, la familia puso “fastix” primero y luego “la gotita” en la cabeza de la víctima. Algo insólito, cono se ha dicho, Biasi no podía saber lo que había ocurrido en la casa luego de su partida. Algo raro pasaba.

Se produjo un problema que cualquiera puede imaginar, el procurador general estaba siendo denunciado y no existían argumentos sólidos para su defensa. Algo había que hacer.
Rápidamente apareció una solución. En la causa constaba un extraño informe aportado por el doctor De Tomas. En él el perito, mediante la visualización del video de la autopsia, decía notar cierta dificultad para abrir los agujeros cuando los médicos los raspaban y supuso que eso se debía a la presencia de pegamento. El video, en el cual se apoyaba, era una grabación de la autopsia de muy mala calidad de visibilidad y peor técnica de filmación. Es notable que De Tomas haya dicho que notó algo que los médicos que realizaron la autopsia no observaron en absoluto. Además en el video no aparecían los agujeros pegados, ni los médicos trataban de abrirlos. Aparentemente De Tomas confundió un raspaje con una medición del tamaño de los agujeros.

Quedó sembrado el camino para la defensa de De la Cruz, el fiscal ordenó inmediatamente la realización de una nueva pericia química basándose en lo dicho por De Tomas. Previamente, pidió autorización al juez para realizar una nueva pericia utilizando los laboratorios disponibles y aceptando las condiciones impuestas por el perito Ferrari. Este informó que este tipo de pericia se realizaría provocando la destrucción del material a analizar, es decir que nunca más podría repetirse el experimento.

El fiscal fue autorizado y Ferrari la llevó a cabo. Estuvo acompañado por Luis Gambaro, doctor en Química con orientación en Fisico Química y Jorge Sambeth, doctor en Química con orientación en Tecnología Química, ambos integrantes del Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias Aplicadas de la Universidad de La Plata.

Para la pericia química realizada por Ferrari se utilizaron las muestras de la cabeza de María Marta, consistentes en cuatro pedazos de piel y, también, seis tacos de piel correspondientes a los seis orificios que presentaba su cabeza (en realidad cinco y un rebote). Los tacos se extrajeron con un sacabocado, que permitió retirar el orificio entero con la piel que lo circunda. Todas esas muestras se analizaron en la pericia referida.
Las muestras de piel del cuerpo de María Marta fueron entregadas en una caja de zapatos, abierta, en donde los pedazos de piel estaban en recipientes abiertos y cuyos lacres habían sido violados. En cualquier otro expediente la pericia no se hubiera realizado por no estar el objeto a periciar en condiciones. En todo caso, la pericia hubiese sido declarada nula por el mismo motivo. Nada de eso ocurrió en este caso. El fiscal no permitió la participación de peritos de la defensa violando así un principio fundamental del derecho penal que es el control de la prueba. La defensa ha insistido sobre la nulidad de la pericia sin suerte, pero confían en que tarde o temprano les den la razón.

El resultado de la pericia fue que, en tan solo una de las muestras de piel, pero no en los tacos de los orificios, se encontró una sustancia: “que puede ser asignada al grupo ciano o nitrilo”.
Luego se consigna lo siguiente:
“Cabe consignar, que esta banda se encuentra en una ventana donde pocos grupos funcionales absorben. En el contexto de los estudios requeridos por el Sr. Agente Fiscal respecto de la posible existencia de pegamentos y dado que la muestra de piel identificada bajo la letra “D” posee esta banda característica del grupo anteriormente señalado, es que los suscriptos estiman, por tanto, que la banda consignada podría provenir de una sustancia que contenga ciano acrilato”.

Vale la pena aclarar que el pegamento, que se sospecha que se utilizó, contiene ciano acrilato. Luego el perito Ferrari declaró en la causa lo siguiente:
“(…) La gráfica de otros grupos químicos hallados bajo la piel y en la solución aludida (formol) se pueden superponer o interferir en las del compuesto ciano acrilato, por lo que no voy a poder ver un espectro totalmente puro correspondiente a esta última sustancia, por lo que en mi opinión, el hallazgo de ese grupo funcional en el contexto del objeto de pericia, es altamente compatible con la idea de una sustancia conteniendo un pegamento como el ciano acrilato”.
Y agregó:
“(…) Obviamente se podrían sugerir otras sustancias (como las halladas en ciertos compuestos vegetales tal como las almendras amargas), de tener en cuenta la posible existencia de esas sustancias, debería uno razonar, a mi juicio, que en la zona de la piel donde se hallaba el orificio del disparo de arma de fuego, contenía restos químicos procedentes de almendras amargas”.

La última referencia del doctor Ferrari es sesgada e incompleta. Su mención de las almendras tiene sentido ya que en ellas también se puede encontrar el compuesto “ciano”. Lo que Ferrari omite es mencionar que también se encuentra el “ciano” en:
-         Producción de acrilatos (como en la “Gotita”)
-         Galvanoplastía (Recubrimiento por depósito electrolítico de un cuerpo sólido con una capa metálica, ejemplo: cromados)
-         Operación de templados.
-         Baños electrolíticos.
-         Cianocobalamina (vitamina B 12).
-         Ferrocianuro de potasio: utilizado en la industria del vino, en fumigación, extracción de oro y plata, fabricación de joyas, limpiametales y producción de Coque.
-         En la naturaleza en semillas de: almendras, ciruelas, cerezas y duraznos.
-         Isómeros del ácido Ciánico: presente en el ácido fulmínico, componente del fulminante de una bala.

Este último componente que contiene “ciano”, proviene de una bala y sabemos, sin lugar a dudas, que la cabeza de María Marta García Belsunce recibió seis balazos. ¿No es más lógico pensar que el “ciano” provino de una bala?

“La Gotita”, como se dijo, no contiene ciano sino que contiene ciano acrilato. La pericia encontró “ciano” y Ferrari aclaró que era imposible saber si era “ciano acrilato”, a pesar de lo cual, teniendo en cuenta el objeto de la pericia (que era determinar si hubo pegamento o no en la cabeza de María Marta) ellos dijeron que el “ciano” podría provenir de una sustancia que contuviera “ciano acrilato”. Este fue el corazón del problema alrededor del pegamento. Los peritos recibieron antes de la pericia una lista de pegamentos y sus componentes químicos preparada por el fiscal. Ellos compararon lo encontrado (“ciano”) con los componentes de los pegamentos, y encontraron que el pegamento “la Gotita” poseía ciano acrilato. Es por eso que supusieron en la pericia que, dado el objeto de la pericia, el “ciano” “podría” provenir del “ciano acrilato”. El fiscal entendió que esa frase daba por sentado la existencia del pegamento, sin embargo no era así. Se trataba, tan solo, de una suposición y no había certeza alguna, por eso se utilizó el potencial.
Increíblemente, el fiscal consideró en el pedido de elevación a juicio de la causa que la pericia era: “un dictamen científico impecable”, cuando, en realidad, era una pericia que contenía un dictamen potencial, lo cual la inhabilita como pericia judicial.

El doctor Sambeth, autor de la pericia, entrevistado por el autor de este libro, aclaró que ellos no encontraron pegamento, lo que hallaron es “ciano”. Cuando se le preguntó si era correcto decir que habían encontrado “ciano acrilato”, contestó que no. También se le preguntó que hubiera pasado si, en lugar de una lista de pegamentos, se le presentaba una lista de pinturas industriales y su composición química (por poner un ejemplo) y una de ella contenía ciano acrilato, y el objeto de la pericia hubiese sido determinar si en la cabeza de María Marta había pintura, el experto contestó que la respuesta hubiese sido la misma que se consignó en la pericia.

Debido a la forma confusa en que los peritos elaboraron el informe pericial, se originó la gran polémica sobre el pegamento. Polémica que no debió haber existido nunca ya que la pericia no resultaba suficiente evidencia para sostener que había pegamento. También sobre eso se lo consultó al doctor Sambeth y él dijo que, evidentemente, el fiscal contaba con más elementos que la sola pericia para sostener la presencia del pegamento. Sin embargo se sorprendió y manifestó su incredulidad cuando el autor de este libro le aclaró que no había otro elemento en el expediente que sostuviera semejante cosa. Esta claro que la pericia no tenía entidad para sostener que había pegamento. Por supuesto que alrededor de esta pericia hubo muchas presiones, así lo confirmaron “off the record” muchos de los participantes. La necesidad de que se encontrara algo parecido al pegamento era notoria y hasta los peritos de la familia sabían que se iba llegar a este extremo. 

El día de la pericia existía una enorme ansiedad por anunciar públicamente que la historia del pegamento era cierta. Solo así puede entenderse que, habiendo finalizado la pericia alrededor de las ocho y media de la noche, exactamente a las nueve los boletines de las principales radios del país atronaban con la noticia del hallazgo de “la Gotita” en la cabeza de María Marta García Belsunce. Nunca antes se vio semejante celeridad en revelar detalles secretos de un expediente judicial. La maquinaria propagandística de la Procuración de la provincia de Buenos Aires demostraba toda su capacidad, evidentemente muy aceitada desde el inicio del caso. Todo esto para la satisfacción de quien había estado en falta, el mismo procurador De la Cruz.
Esa misma noche, apenas conocida la noticia, un periodista que seguía el caso con mucha atención se comunicó con uno de los responsables de la pericia y éste le manifestó alarmado que la noticia que se estaba dando era falsa ya que no habían encontrado pegamento. A pesar de ello, al menos públicamente, esta persona nunca se molestó en aclarar lo que él mismo señaló como un error gravísimo.

Teniendo en cuenta esto, la defensa la familia García Belsunce tuvo buenos motivos para impugnar la pericia. La familia intentó atacarla con sólidos fundamentos. A pedido de los abogados del acusado Carlos Carrascosa, el doctor Mariano Castex, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, ex-profesor titular de Medicina Legal y Psicología forense y director del Centro de Investigaciones Forenses, realizó una evaluación de todos los elementos obrantes en la causa sobre la cuestión del pegamento.

Para empezar realizó una visualización del video de la autopsia tal cual lo hiciera el doctor De Tomas. De allí estableció que no hallaba ningún elemento que permitiera concluir la existencia de orificios pegados o detectar la presencia de pegamento. Además destacó la mala calidad del video debido a la mala iluminación y a la baja resolución de la película utilizada. Esta conclusión era compatible con el resultado de la autopsia y el testimonio de los que la realizaron.

Debemos entonces volver a referirnos a los autores de la autopsia. Los doctores Héctor Horacio Moreira y Carlos Alejandro Flores, convocados por el juez Lucini, como se explicó mas arriba, dieron detalles de la autopsia. En su declaración el doctor Flores dijo:
“Ni de los exámenes realizados por el dicente en la cabeza de la occisa como de los realizados posteriormente por los laboratorios respectivos se determinó la presencia de alguna forma de pegamento en las heridas. (…) que está seguro de que los orificios no estaban pegados con ningún tipo de pegamento”.

A su vez el doctor Moreira en igual condición dijo:
“Preguntado concretamente para que diga si en este caso notó la presencia de algún pegamento o químico que pudiera haber provocado el cerramiento de las lesiones responde que no”.

Otra situación de gravedad se produjo antes de la declaración del médico Moreira. Un día antes fue convocado a la asesoría pericial de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires. Allí el doctor De Tomas le mostró el video de la autopsia y le señaló los lugares en donde él consideraba que estaba presente el pegamento y le pidió que lo recordara frente al juez. El doctor Moreira se escandalizó ya que sintió que le estaban pidiendo que mintiera. Le aclaró a De Tomas que él nunca había encontrado pegamento en ningún lugar de la cabeza de la víctima, y que así pensaba manifestarlo al juez Lucini. Evidentemente, había una necesidad muy grande, por parte de algunos expertos, de encontrar pegamento. Este hecho fue confirmado al autor de este libro por el fiscal Molina Pico, aunque dijo que semejante hecho no le llamó la atención. 

Además de la pericia de parte realizada por el doctor Mariano Castex, también obra otra, realizada sobre la pericia química de Ferrari, por el doctor Osvaldo Tróccoli, profesor titular de Química Analítica de la Universidad de Buenos Aires.

Estos dos profesionales virtualmente destruyeron la pericia de Ferrari. Las principales críticas fueron las siguientes:
(1) No se halló ciano acrilato, se halló ciano. Se objeta la deducción sobre la presencia del ciano acrilato.
Tróccoli dice que:
“La presencia de bandas de absorción en la región que corresponde a un grupo ciano solo es indicativa de que en la molécula existe una entidad que absorbe a dicha frecuencia, que probablemente se trate de un grupo ciano y nada se puede decir acerca del resto de la estructura de la molécula”.

Sobre esta frase de Ferrari:
“…Que la banda consignada podría provenir de una sustancia que contenga ciano acrilato”.
Tróccoli dice:
“Es especulativa y sesgada, ya que no se encuentra en el informe evidencia que permite asumir dicha presencia, ni la presencia de cualquier otra molécula que contenga el grupo ciano en su estructura pues se ha omitido las porciones del espectro infrarrojo que permitirían arrojar alguna luz sobre la estructura química del compuesto buscado. Más aún: esta afirmación es doblemente sesgada ya que al haberse omitido el examen de patrones del supuesto ciano acrilato, sobre piel, mal puede asignarse la banda observada a un grupo ciano”.

El doctor Castex agregó que si uno toma por cierta la presencia del ciano (lo cual está objetado) podría provenir de cientos de compuestos de uso industrial, farmacéuticos, cosméticos, de limpieza, y hasta alimentarios.
(2) A juicio del doctor Castex la pericia química era endeble y no respondía a la metodología forense. Era especulativa. Carecía de valor interpretativo, era hipotética y no coincidía con el testimonio de otros profesionales actuantes. No permitía arribar a conclusión sólida o científica alguna.

El juez Diego Barroetaveña también desacreditó el valor de esta pericia. Lo hizo en una resolución del 23 de abril de 2004 en la cual revocó la prisión preventiva de Carlos Carrascosa. Dijo Barroetaveña: “… Entonces, habida cuenta que las conclusiones de aquella experticia no son categóricas, entiendo que esa fue desmerecida, hasta tanto se pruebe lo contrario, por las conclusiones motivadas a las que arribaran los profesores Tróccoli, Castex y Raffo, la declaración testifical prestada el 20 de mayo de 2.003 por Héctor Horacio Moreira de la Policía Científica del Ministerio de Seguridad de la. Provincia de Buenos Aires, quien interviniera en la autopsia de María Marta García Belsunce…”

Más allá de las explicaciones científicas hay algo lógico que no hemos mencionado, de haber existido pegamento en los orificios, el tan mentado ciano debería haber aparecido en todos los agujeros de bala. Sin embargo solo apareció en una sola de las cuatro muestras de piel y en ninguna de las cuatro muestras tipo tacos que se extrajeron de los seis agujeros. Es una conclusión lógica, si se cerraron los agujeros, ¿por qué no se encontró pegamento en ellos? Si los agujeros todavía estaban cerrados, tal cual lo declaran absolutamente todos y sobre eso no hay dudas, ¿porque no quedaba pegamento en ellos? El fiscal da a entender que solo había pegamento en uno de ellos porque era el único que no estaba cubierto por los pelos de la cabeza. Sin embargo no hay ningún testimonio que diga que uno de los agujeros podía verse a simple vista. Es otra deducción caprichosa del fiscal.

Hay una inconsistencia más en esta denuncia absurda. Si la familia cerró las heridas con un pegamento tan potente como “la gotita”, ¿como se puede explicar que de la cabeza de María Marta haya salido tanta sangre como para empapar las almohadas utilizadas para el velorio y hasta llegar al colchón? La apreciación de los investigadores fue totalmente errada, la cabeza de María Marta sangró muchísimo y eso hizo que las almohadas se quedaran pegadas. Cualquiera sabe que cuando una herida con sangre se seca, deja pegada la gasa con la cual se ha cubierto la herida, eso mismo ocurrió con las almohadas.

Todos estos elementos demuestran claramente que nunca existió tal cosa como la introducción de pegamento en las heridas de la cabeza de María Marta. Del mismo expediente surge la verdad, eso nunca ocurrió.
Aunque parezca mentira, la historia del pegamento fue uno de los tres hechos principales que sostuvieron la imputación del fiscal contra Carrascosa y lo que motivó su encarcelamiento.
Finalmente, si no existió “la Gotita”, tampoco el encubrimiento que deriva de esa situación.”

Pablo Duggan

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