Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: Argumentación del juez Rizzi sobre el homicidio

miércoles, 11 de julio de 2007

Argumentación del juez Rizzi sobre el homicidio

Sobre el hecho del homicidio


Tal como lo ha dicho la señora Juez votante en primer término, no acompañaré el postulado acusatorio, basándome en las siguientes consideraciones.

Estimo que la imputación formulada carece de toda fuerza convictiva, porque no ha logrado demostrar ninguno de los extremos necesarios que hubieran permitido reprochar a Carlos Alberto Carrascosa, alguna forma de participación en la muerte de su mujer.

a) En primer lugar, vale la pena hacer alguna referencia a la cuestión vinculada a los motivos del delito cometido.

Cierto es que analizar por qué razón una persona comete un delito, no forma parte de la acción típica, salvo en casos específicos (por ejemplom, de odio racial o religioso) que la propia ley explicita. Y también es cierto que cuando el motivo no forma parte de la exigencia típica, en principio no es necesario conocerlo y probarlo.

En otras palabras, si frente a testigos, o a una cámara que lo filma, Juan clava un puñal a Pedro, no es necesario saber por qué lo hizo para reprocharle las lesiones o la muerte de Pedro. Aunque nadie pueda descubrir el móvil de tal acción, y aunque Juan se niegue a confesar las razones de su acto, si además no se sospecha o alega alguna causa de justificación, su responsabilidad penal puede ser determinada sin problemas.

Pero es indudable que cuando no existe un cuadro probatorio de la simpleza del descripto en el párrafo anterior, determinar cuál ha sido el móvil de lo ocurrido, se convierte en una pieza fundamental de la armazón lógica que será necesaria para conformar la hipótesis acusatoria y poder establecer la autoría del hecho. Principalmente ello ocurre, cuando se carete de preubas directas y se debe echar mano a indicios o presunciones.

Tal es el caso de autos, en que pese a lo que pretende el fiscal, y repitiendo su metáfora, no sólo no tenemos la "filmación" del hecho, sino que ni siquiera sabemos con la precisión que exige un pronunciamiento condenatorio, cómo, ni cuándo, ni dónde ocurrió el suceso. Cuando se desconoce o se ignora demasiado del cómo, del cuándo y del dónde, el por qué suele ser de gran utilidad, pero adelanto desde ya que si respecto del cómo, tenemos alguna idea (fueron seis balazos disparados, de los que cinco entraron en la cabeza, pero desconocemos quién lo hizo, con qué modalidad y con qué arma, si en el marco de una lucha o si fue una ejecución mafiosa); del dónde sabemos que probablemente fue en la planta alta de la casa, aunque no exactamente en qué ambiente; y del cuándo, que fue en el lapso de unos tres o cuartos de hora transucrridos entre las 18:15 y las 19:00 hs aproximadamente; del móvil en cambio, no tenemos la menor noticia.

En su alegato final el señor fiscal hizo alusión a la existencia de una disputa, discusión o pelea que se habría producido la noche anterior a la muerte de la víctima, en casa de la familia Bártoli. Su versión pretendió sustentarse en los dichos de los hernanos Inés y Balbino Ongay, veritdos durante la audiencia, pero de su examen se verá que estas expresiones carecen de todo valor probatorio.

A la pregunta indicativa del fiscal de si alguien le había comentado si la noche anterior al homicidio hubo una pelea en lo de Bártoli, la testigo Inés Ongay respondió que

"Sí, la versión que tengo es sumamente indirecta... Elsa Berger es amiga de mi hermano y yo me enteré de esto hace dos o tres semanas, cuando vine... llegué ahora de Bariloche... parece que haqce bastante cuando fue todo esto de María Marta... le comentó a mi hermano... y ahora yo traté de preguntar, que la señora Pérez del Cerro que falleció... es amiga de una vecina de los Bártoli que dijo que la noche antes había escuchado una pelea... habría que investigar... no es que yo lo escuché... es en forma indirecta... para mí era algo nuevo... me dijeron que había sido una pelea entre mujeres... a mí me lo dijo mi hermano hace dos semanas en su casa..."

Efectuada la misma pregunta igualmente indicativa sobre si hubo alguna pelea en lo de Bártoli al testigo Balbino Ongay, hermano de la anterior, éste repuso también durante la audiencia de debate, que le habían comentado "cosas vagas... pasaron cinco años... no me consta nada" y preguntando si conocía a Elsa Berger, respondió que "... Gonzalez Berger, sí... bueno... ella me comentó que tenía una amiga vecina de Bártoli... y que había tenido una pelea en la casa de Bártoli..."

Al inquirírsele entre quiénes habría sido esa pelea, el testigo contestó: "... ni idea... no me lo comentaron a mí... la dueña de casa se lo comentó a una señora, y ésta se lo comentó a otra que era su amiga... ésta se murió hace dos años... no tengo idea entre quienes era la pelea..."

Sobre esta base absolutamente imprecisa y dudosa, el fiscal creyó encontrar una explicación o móvil del homicidio. Al introducir el punto en la oportunidad de s alegato final, refirió que continuando con una pelea del día anterior, Carrascosa en connivencia con Guillermo Bártoli e Irene Hurtig de Bártoli, terminó dando muerta a su mujer.

Obviamente, no puede darse por seguro que esa presunta pelea o acalorada discusión, fue entre Irene Hurtig y su media hermana María Marta García Belsunce. Nada así lo acredita ni siquiera en forma remota, y resulta extraño, por otra parte, que el representante del ministerio público sólo con estos dos debilísimos testimonios, dé por configurado nada menos que el motivo de un homicidio. El punto además, no fue debidamente investigado, y si esa omisión respondió a que tardíamente tuvo conocimiento de la presunta disputa, le es de todas maneras atribuible como un defecto más de la investigación que emprendió.

Pero, como vengo diciendo, nada serio puede sustentarse en esta prueba indirecta, de los dichos de dichos, de oídas de oídas, y para colmo, con una de las que habría oído la versión, ya fallecida.

Y entonces, aún cuando diéramos por cierto -como concesión de una hipótesis extraordinaria- que María Marta e Irene discutieron agriamente la noche anterior, todavía tenemos que probar que esa discusión tuvo la insólita gravedad como para proceder y provocar un homicidio entre hermanos, y que además, en forma no menos insólita, llevó a que Carrascosa se involucrara en ella tomando partido por su cuñada en contra de su mujer, sumando además al concuñado en macabra connivencia.

Francamente, la posibilidad de que esto sea factible, me resulta imposible de aceptar, pues los vacíos probatorios son de tal entidad que para rellenarlos hace falta un verdadero esfuerzo imaginativo totalmente incompatible con la presunción de inocencia y con la seriedad de un pronunciamiento judicial.

Porque es evidente y debemos reconocerlo, que el fiscal se dedicó con esmero a buscar el móvil homicida, pero también lo es que fracasó reiterada y rotundamente en su intento. La prueba colectada y traída al debate relativa a las vinculaciones con el cartel de Juárez, fueron desechadas por el propio representante del Ministerio Público, que la ignoró por completo en su alegato final. No obstante, al replicar a la defensa este punto, admitió llamativamente que seguía convencido de que ese era el verdadero motivo, pero que carecía de las pruebas para demostrarlo.

Señalo que aún demostrando que Carrascosa fuese el jefe máximo de una red internacional de narcotraficantes, todavía hubiese faltado el móvil, pues esa pertenencia delictiva no implica por sí misma razón para matar a su cónyuge. Debo suponer que los narcotraficantes o los que forman parte de una organización delictiva no matan automáticamente a sus mujeres, y supongo igualmente, que hay muchos delincuentes de todo tipo que son amantes esposos. Podrá ser cierto que la hermana de una de las amigas íntimas de María Marta tenía alguna oscura vinculación con la organización mexicana, pero lo decisivo, más allá de ellos y de un modo u otro, es que no tenemos la menor noticia, ni el más mínimo atisbo serio, de las razones que pudieron llevar a Carrascosa o sus presuntos cómplices resolver matar a María Marta García Belsunce, con lo que el proceso carece de un elemento vital para la imputación que el fiscal pretende afectuar.

Por el contrario, no sólo no tenemos ninguna razón explicativa del presunto homicidio, sino que se acreditó que llevaban más de treinta años de casados y de pacífica convivencia, lo que de por sí supone la existencia de un vínculo por lo menos amistoso, siendo que se trata de personas mayores y de recursos económicos como para vivir separados. Y en abono de esta convicción tenemos los dichos de varios testigos, como la nombrada Inés Ongay, quien expresón que "... yo había estado en abril... cuando cumplió 50 años fuimos a almorzar y Carlos la llamaba constantemente... que le pregunté si la seguía la mafia o algo, ... me dijo que Carrascosa la habiá cuidado siempre mucho... con los años estaba más maniático..."

Murray de Prillick, a su vez, preguntada sober la relación entre los cónyugues, resondió que "... la cargábamos a María Marta, le decíamos que era como la madre de él... era como la mamá..."

Coincide con estas apreciaciones también, la testigo Aberastain de Panelo, quien dijo que la relación entre ellos era "... normal... se llevaban muy bien... como no tenían hijos... muy unidos... trabajaban juntos, eran muy compañeros..." y Ernesto Carlos Otamendi, quien dijo "... la relación de Carrascosa con María Marta era excelente... eran muy unidos... además porque no tenían hijos se agarraban mucho uno del otro... había mucho amor y amistad...".

Elena Caride, igualmente preguntada dijo "... creo que su matrimonio era fantástico,... creo que María Marta era re feliz..."

También Ema Benitez, ex empleada de los Carrascosa dijo que la relación entre ellos era "muy buena, y asimismo Nora Burgues de Taylor definió al matrimonio como "... el ejemplo de muchos... una relación envidiable... eran compañeros... aventureros... una relación lindísima... jamás los vi discutir mal... realmente eran la envidia de muchos... se ocupaban uno del otro... nunca escuché discutir mal... nunca un maltrato o una discusión de base..."

Varios otros testimonios que no vale la pena mencionar, y que no fueron refutados por ninguna prueba, coinciden con los anteriores, de modo que, como ya dije, carecemos de toda explicación sobre la presunta conducta homicida que se imputa.

b) A esto se agrega que tampoco contamos con una versión cierta de lo que efectivamente hizo Carrascosa durante el lapso en que necesariamente se produjo la muerte de su mujer.

Según sus dichos y varios testimonios que no han sido puestos en duda, él estuvo en lo de Bártoli mirando el partido de fútbol entre Boca y River, que como se ha acreditado con el informe de la AFA, finalizó a las 18:07 hs. Esto no está controvertido, en mi criterio, pues como se dijo, está abonado por varios testigos, como Viviana Binello, Diego Piazza y su novia. Lo que sí admite discusión, es qué hizo Carrascosa luego de que, terminado el evento deportivo de River y Boca, se retirara la víctima.

Que María Marta se retiró de lo de Bártoli tampoco está discutido, pues ello está corroborado por los jóvenes Santiago Asorey y Marcelo Cristiani que la vieron pasar en bicicleta, cuando ellos a su vez retornaban a sus casas apenas finalizado el partido. Remito a este respecto, a las referencias efectuadas en el voto anterior.

Pero en otro orden de cosas, para quien me precede en el voto, es indiscutible que Carrascosa no permaneció en lo de Bártoli, hasta el primer gol producido en el partido siguiente, entre independiente y Rosario Central, -que según el mismo informe de la AFA ocurrió a las 18:47 hs- sino que luego de terminado el juego anterior, se retiró de la casa y se dirigió al bar del Club House donde tomó café y departió con la encargada de la concesión, señora Alba Benítez, y con el mozo Oberndrfer.

Los testimonios de estas dos personas -a cuyo análisia ya efectuado me remito- revisten sin duda una alta probabilidad de que sean veraces. Sin embargo, Carrascosa niega el episodio, e insiste en que hubo una confusión entre los nombrados, pues ese día no estuvo en el lugar, sino que luego del primer gol de Independiente, se retiró a su casa cerca de las siete de la tarde, pasando por lo de Taylor sin detenerse, y encontrándose al llegar con el vigilador Ortiz que le solicitó autorización para el ingreso de la masajista Michelini, quien se encontraba esperando en la entrada del condominio.

La tesis acusatoria, sostiene que luego de tomar el café en el Club House, Carrascosa se dirigió a su casa, donde mató o colaboró en la muerte de su mujer, comenzando luego a limpiar el escenario. En su actividad homicida, debió también preparar la bañera, y si ya lo estaba, introducir allí a la víctima. Pero ocurre que según los dichos de Michelini, en su declaración a tenor dle art. 308 C.P. (IL n 175) al ingresar al Carmel ese día, luego de que la guardia consultara telefónicamente a la casa de Carrascosa sin éxito, se le acercan y le preguntan cuántos vehículos tenía la familia pues había uno sólo estacionado, a lo que la masajista respondió que dos, por lo que debe deducirse que no estaba el de Carrascosa, ya que según las manifestaciones de la masajista, cuando ella arriba por fin a la vivienda, observó que debajo del vehículo de María Marta en suelo estaba seco, prueba de que era el que estaba estacionado al producirse la consulta del guardia, aquél día de lluvia.

Entonces, si por lo menos el tiempo de llegar Michelini a Carmel -entre las 18:55 y las 19:00- la camioneta de Carrascosa no estaba en su casa, mantener la hipótesis de que le viudo estuvo antes participando del homicidio, obliga a que luego de dar muerte a María Marta, introducirla en la bañera, y limpiar u ordenar la casa, debió salir de la casa a pie y volver con su vehículo, teatralizando un arribo a su domicilio al momento en que Ortiz se para frente a la vivienda en búsqueda de alguien que pueda autorizar el acceso de la masajista.

Mientras tanto, y continuando el análisis de la hipótesis de la acusación, dónde estaban Bártoli y su mujer? Contrariamente a lo que sostiene el fiscla, llegan, engañados por el viudo, luego de las 19:00 hs, ante la noticia de que ocurrió un accidente? O como pretende Molina Pico, están escondidos en la vivienda como cómplices? Y dónde están también sus respectivos vehículos? Téngase en cuenta que Diego Piazza afirmó en la audiencia que "... estaba en mi casa con mi novia y vino Irene con su auto diciéndome... me dio a entender que le había pasado algo, un accidente o se golpeó... María Marta necesitaba ayuda..." O sea, si sus autos no estaban en casa de Carrascosa al momento en que le guardia de la entrada pregunta a Michelini por los vehículos, también debieron salir subrepticiamente a pie a buscarlos, para cumplir su actuación en la teatralización de la sorpresa. O los autos fueron ocultados en algún jardín?, o efectivamente no estaban ni los Bártoli ni sus vehículos y fueron llamados por Carrascosa luego de descubierto el cuerpo?

La respuesta a todos estos interrogantes puede ser muy variada, pero todas ellas se basan en especulaciones sin sustento objetivo ni lógico que pueda hacer prevalecer a unas sobre otras. Lo único real es que es altamente improbable que semejante tránsito de gente y ocultamiento de vehículos se hubiera efectuado sin que nadie los hubiera visto, pues los guardias transitaban por el lugar. Si algo se nota fácilmente en un barrio cerrado del tamaño de Carmel, es el movimiento de un automotor, y más aún, de varios automotores. Pero además también podemos aceptar como posible la versión del viudo, en cuanto a que llegó viniendo de lo de Taylor, alrededor de las 18:55, siendo recibido por Ortiz y autorizando el ingreso de Michelini. Por último, también pudo haber estado en el Club House, y haberse demorado hasta esa misma hora de arribo a su domicilio, en que se encontró con Ortiz, pues no tenemos posibilidad de saber con exactitud cuánto tiempo y hasta qué hora, habría permanecido en el bar con Alba Benítez, y ésta no brindó con seguridad precisiones horarias.

Es decir, se pueden dar perfectamente todas las hipótesis, con la que en realidad, no podemos aceptar a ninguna de ellas como la cierta. Y en cuanto a su permanencia o no en el Club House, aún compartiendo la convicción acusatoria de que sí estuvo y en consecuencia miente, no alcanza ello a configurar prueba de su participación homicida, pues aunque sea inexplicable su actitud de faltar a la verdad, su presencia con Alba Benítez en el bar se transforma en una evidencia fuera del contexto del crimen, pues suprimida o aceptada hipotéticamente, a nada conduce en forma objetiva e indiscutible.

Pues no puedo compartir la idea de quien me precece en el voto, de que tejió junto a Guillermo Bártoli una estratagema conjunta para apartarse del lugar de los hechos en momentos en que estos ocurrían.

Y lo pienso así, en primer lugar porque Bártoli no necesita ninguna coartada. Los dichos de su mucama son a mi juicio definitivamente imprecisos como para sostener que él no estaba en su casa en los momentos críticos del crimen, y no existe otra prueba seria que lo sitúe fuera de su domicilio, antes de que su voz sea detectada detrás de la llamada telefónica a OSDE, de las 19:07:58 hs.

Algo similar ocurre, desde mi punto de vista, con la apreciación formulada por al señora Juez que me precede en el voto, respecto de la presencia o no de Michelini al momento en que Carrascosa hace el llamado ya mentado. El cálculo de tiempo efectuado por mi colega y por el señor fiscal de la causa tiene innegables visos de realidad. Pero basta que exista un error de pocos minutos en la máquina filmadora del ingreso vehicular, para echar por tierra a toda la aritmética temporal en que ambos se han introducido. Si a ello se le agrega la misma referencia a la falta de vehículos en el estacionamiento, constatada por el guardia y relatada por Michelini, se introduce otro elemento de duda sobre la secuencia de los hechos. De todas maneras, si por ejemplo Michelini arribó al Carmel a las 18:55, y le autorizaron el paso tres minutos después, llegó a las 19:04 (seis minutos de recorrido) a la vivienda del imputado, tardó hasta las 19:05 en ser alertada por Carrascosa de lo ocurrido, subió corriendo y a las 19:08 o durante la llamada de las 19:07 a Emernort, que comienza dos segundos antes de las 19:08. Su mujer llega detrás de él o luego de que la comunicación finalizó. Obsérvese, por lo demás, que esto es una hipótesis de que Michelini arribó efectivamente, sólo minutos antes que los 18: 59, hora que marca la filmadora y que no sabemos si coincide con la hora de las llamadas telefónicas. Apunto solamente, que la experiencia enseña que es mucho más que dos relojes no coincidan, que que sí lo hagan. Pero al igual que en el caso de la dudosa presencia de Carrascosa en el Club House, aún aceptando que no es Michelini quien está allí presente durante la llamada a la empresa de emergencias médicas, cuál es la vinculación de esta evidencia con el homicidio?

Cierto que en esta hipótesis se habría configurado una nueva mentira. Pero sigo sin entender -y el fiscal no ha logrado explicarlo- a qué conclusión certera puede llevarnos. Suponer que la circunstancia de que los Bártoli se hallaban ocultos sólo unos minutos antes de que efectivamente llegue Michelini, es demostrativa de las responsabilidad penal de Carrascosa, pues hacer caer su coartada como sostiene Molina Pico, no tiene sentido, si se advierte que parte del tiempo durante el cual debieron participar en el homicidio y del ocultamiento de las pruebas, estuvieron tanto él como Irene Hurtig y su marido yendo y viniendo de las casas buscando sus respectivos automóviles.

Y esto lo afirmo en la convicción de que la versión de que Ortiz también forma parte del entuerto es inaceptable en orden de las razones expuestas por la doctora Etcheverry, a las que agrego que es absurdo pensar que haya formado parte de un plan previo, o que se haya decidido incorporarlo al plan en ese momento, sumado todo a que es ilógico sostener que al mismo tiempo que desde lo de Carrascosa pedían una ambulancia a la guardia, mandaban desde la misma guardia a verificar si había alguien que autorizara el ingreso de Michelini.

Así, semejante tránsito de gente debió haber sido visto por más de uno, y es impensable que en la trama previa del homicidio -que necesariamente debió entonces existir- hayan ideado movimientos vehiculares de tal magnitud con el riesgo que ello implica, justo antes de la llegada de la masajista.

En estas condiciones, no puedo solventar la postura acusatoria de la fiscalía, que por otra parte, no brinda ninguna referencia o explicación a la comprobada existencia de la participación de al menos dos personas más, según la conclusión resultante de los análisis de ADN, que tanto bullicio introdujeron en la causa y que tan silenciados fueron en los alegatos.

Tendríamos entonces que al tránsito de vehículos y personas se suma el de otros dos ignotos personajes que también debieron ingresar y salir de la casa, para colmo presuntamente lastimados y sangrando. Claro que por ejemplo, pudieron estar ocultos en el baúl de alguno de los autos, o podría pensarse en que luego del homicidio, Carrascosa salió de su camioneta con estos dos o más cómplices desconocidos, para facilitarles la fuga, y retomó luego para encontrarse con Ortiz. Efectivamente, ello pudo haber ocurrido, pero puedo sostener esta nueva posibilidad hasta ahora nunca antes siquiera esbozada y carente de toda prueba?

Si algo tuvo esta causa, es la manipulación de variadísimas hipótesis de lo sucedido, fomentadas algunas por la propia fiscalía, y muchas otras por los medios y el imaginario popular. Estoy seguro que también podríamos agregar otras posibilidades solo imaginándolas sobre las sospechas que también solventan la defensa y la representación de la particular damnificada. Podríamos decir, por ejemplo, que Carrascosa salió luego del partido de Boca-River, tras su mujer, la mató en su casa, y de ahí se retiró a tomar el lemoncello, para llegar luego sobre las siete de la tarde, siendo visto por Ortiz. Se responderá a esto que entonces no tiene sentido que Bártoli diga que estuvo con él viendo el partido siguiente. Pero esto es lo emblemático de esta causa: todas las versiones tienen vistos de realidad y todas tienen bemoles que las hacen en definitiva, dudosas, como ocurre también con la tesis de la posibilidad de Nicolás Pachelo. Claro que también pudo haber sido este joven y problemático vecino, que entraba a las propiedades a robar y que tuvo problemas con María Marta por un perro y motivos para odiarla; pero resulta extraño que si lo hizo, se detenga a sumergir en la bañera o a limpiar el lugar. Pudo haber sido el voraz Ortiz, que solía ingresar a las casas a robar comida, o desconocidos habitantes de villas de emergencia, de los que siempre se echa mano para buscar un culpable. Y por qué no? María Marta también pudo haber sido víctima de una ejecución mafiosa, y murió arrodillada junto a la bañera, salpicando con su sangre el piso entre los artefactos del baño. Y así pueden sucederse una tras otra las distintas versiones, pero lo que queda reinando, en forma indiscutible es la duda y nada más que la duda.

Desgraciadamente, la verdad no se ha mostrado en este lamentable hecho, y durante el teimpo que pudo ser descubierta, se filtró por los vericuetos de una errada actividad investigativa.

No puede entonces, pretenderse a esta altura, que se acompañen nuevas y caprichosas explicaciones. No ignoro que si de un peritaje sonoro se determinase que la voz femenina que se oye bajo la comunicación de Carrascosa con la empresa de emergencias, corresponde efectivamente a Irene Hurtig, la versión de la fiscalía podría verse robustecida. Pero en realidad es que el veredicto debe dictarse ahora, y ese peritaje no existe, no fue procurado por la fiscalía y consecuentemente no ha sido ordenado y ni siquiera sabemos si se realizará algún día. Pero si se realizara, también podría ocurrir que se determine que la voz no es de Hurtig sino de Michelini. Ante esta posibilidad, tan indiscutible como la anterior, parece obvio cuál es la postura que debemos adoptar los jueces, frente al inevitable principio del in dubio pro reo.

Por último, entiendo que resulta un poderoso factor de hesitación sobre la responsabilidad homicida del imputado, la confianza en su inocencia demostrada por su familia política. No puedo presumir, bajo ningún concepto, que estemos ante un grupo familiar perverso y de condiciones patológicas, que conociendo la más mínima razón para sospechar del viudo, adopte una posición de torva e injusta protección de un delincuente en perjuicio de la víctima. No hay ninguna prueba de que quienes conocen a Carrascosa desde que se vinculó a María Marta, alberguen y oculten algún motivo o circunstancia que pueda resultar develadora de su responsabilidad penal. Entonces, si quienes mejor conocían a los dos principales protagonistas de este drama, han actuado al unísono durante estos años, manteniendo un discurso coherente y sin demostrar la menor fisura en sus relaciones entre sí y con el imputado, ellos no puede resonder a un plan maligno y ficticio sino que refleja una realidad de armonía familiar que debe ser tenida en cuenta al momento de analizar la autoría y responsabilidad de un hombre, en un hecho de tanta gravedad. Podrá argumentarse que Carrascosa engañó a todos, y se ha alzado malignamente con la buena voluntad de sus parientes políticos, a quienes en definitiva involucró y utilizó en su defensa. Pero otra vez, no contamos en sustento de esta idea con ninguna prueba coherente y definitoria. Por ello, sin prejuicio de los aspectos en que me diferencio de las valoraciones que efectúa quien me precede en el voto, acompaño el resto de sus razones y con las nuevas que he aportado, coincidiré, por aplicación del beneficio de la duda, en dar respuesta negativa a esta segunda cuestión, en lo que respecta a la presunta autoría de Carlos Alberto Carrascosa en la muerte de su mujer, María Marta García Belsunce.


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