Web Toolbar by Wibiya Caso García Belsunce: La teoría del círculo vicioso

viernes, 17 de octubre de 2003

La teoría del círculo vicioso

El fiscal de Pilar Diego Molina Pico cree que, más allá de que los vericuetos del Código Procesal provincial le impiden avanzar en la investigación del asesinato de María Marta García Belsunce, son las últimas -e inexplicables para él- resoluciones del que, con las idas y venidas de la causa, se ha convertido en su verdadero antagonista las que han llevado el caso a un círculo vicioso en el que "se hace imposible avanzar".

Ayer, en rigor, su primera aparición pública para hablar del único caso que tiene a su cargo desde principios de año pareció tener la única finalidad de justificar, poco antes de cumplirse un año del crimen, la aparente falta de acción judicial en la insistencia del juez Diego Barroetaveña -su "antagonista"- en impedirle llevar adelante un estudio que el fiscal considera clave: el ADN.

Molina Pico no agregó ayer un solo dato a todo lo que ya se conoce públicamente del caso. Por decantación, con su denuncia al "sistema" judicial, ese que él mismo integra, pareció buscar excusarse por la ausencia de respuestas ante un asesinato que, casi un año después de ocurrido, sigue impune.

No obstante, esa suerte de "autoexculpación" encuentra su correlato, efectivamente, en las características propias del sistema procesal bonaerense. Molina Pico dijo que durante el 80 por ciento del tiempo que lleva la instrucción de la causa el expediente no estuvo en su poder como consecuencia de los recurrentes apelaciones y recursos presentados por las defensas de los imputados.

De ser así, el sistema -como lo llamó el fiscal- no parece capaz de dar respuestas efectivas a la sociedad en materia de persecución penal.

Otra cuestión es la disyuntiva de acuerdo con las que, hasta ahora, parecen ser las dos hipótesis más fuertes a la hora de explicar quién y cómo mató a María Marta de cinco balazos, en su casa del country Carmel, de Pilar.

Molina Pico sostiene que las pruebas apoyan su hipótesis de que el viudo, Carlos Carrascosa, cometió el crimen, y que es esa teoría la que, al final, llegará a buen puerto. Y en respuesta a las críticas que le expusieron algunos periodistas, aseguró haber agotado las averiguaciones relacionadas con todas las demás sospechas.

En este punto, no es inválido decir que los argumentos que esgrimió para explicar por qué el viudo y la familia son los presuntos culpables son igual de fuertes o débiles que los que, por caso, abrazan los acusados por el fiscal para afirmar que el asesino podría ser uno de los vigiladores del country, con el robo como móvil.

El fiscal tomó los dichos de los testigos que dijeron haber visto al viudo en el club house del country para contrarrestar la versión de Carrascosa, quien dijo que a esa hora veía un partido de fútbol con su concuñado, Guillermo Bártoli. Sin embargo, consta en la causa que Nicolás Pachelo -el principal sospechoso de la familia- mintió respecto de a qué hora se fue de Carmel, y esa falacia no le pareció que tuviera igual magnitud que la otra.

El escenario que queda es el de jugadores -el fiscal y las defensas- que intentan probar sus teorías antes que buscar la verdad real, esa que levante de una vez el manto de impunidad que hoy cubre la tumba de María Marta.


Por Fernando Rodríguez De la Redacción de LA NACION


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